Una tarde en dos cines porno
Una sencilla mujer de cabellos de nieve da el tiquete e ingreso a otro mundo, donde las reglas morales son quebradas por los deseos sexuales y fantasías de los hombres y no tan hombres. Observo la figura de algunos que se esconden en las tinieblas del “Cine Le París” mientras la ‘pela’ francés está en su punto más hot y en medio del perfume de heces y nicotina del lugar logro ubicar un asiento.
El personal de seguridad merodea el local en busca de nada. Es en la absurda búsqueda en que ocurre todo, “Manuel”, como se presenta, es seguridad y su trabajo es romper tiquetes. En el interior no existe autoridad alguna que se respete. “Las mujeres vienen en grupos de tres o cuatro, ven la película, hacen otras cositas y se van”, eso lo dice “Manuel”, que está en el lugar hace diez años, una decena menos de los cuales el cine “Le París”, muestra exclusivamente porno internacional en su única sala…
Sala en la cual no existe presencia alguna de mujeres, excepto la abuelita bonachona de la boletería. Todos los presentes que reposan en las butacas son hombres y algunos continúan con sus manos en su falo mientras intentan penetrar con la imaginación el trasero de la francesa de la pantalla.
Ya no hay francesas ahora gringas en el cine “Ritz”, ubicado al costado de un canal e iglesia cristiana. El “Ritz” perdió la pompa de antaño y le es indiferente al juicio de dios. Tras cruzar la cortina roja, “ellas”, como le gusta que las llamen y no “ellos”, merodean el recinto a paso firme y quebrando la cadera. Seguras de sí mismas, sonríen a todo aquel que cruza mirada con sus ojos coquetos. Siempre están dispuestas a regalar su cariño, sus manos y sus labios.
“Ella” ingresa rauda con un muchacho. Se sienta. Lo abraza. Se agacha. Levanta y baja la cabeza, cual vaivén de olas embravecidas. Ella es la sirena que satisface con sus labios los deseos del navegante que viaja en el delirio del placer. Decenas de ojos acusadores descansan sobre la pareja. “Ella” continúa con su acto. Termina. Se limpia los labios con un barrido de lengua y se retira con la misma seguridad con la que ingreso.
Son al igual que “ella”, las que colman la sala buscando satisfacer en las sombras, lo que la sociedad les reprime en el claro de la luz del día.
Escrito por
Hamer Arteaga Alvarado. Hincha del Liverpool y de Héroes del Silencio Twitter: @harteagaa
Publicado en
Crónicas de la tres veces coronada "Ciudad de los reyes" y los "submundos" que se encuentran en sus avenidas , calles y plazas.